domingo, 25 de octubre de 2009

Salvador Allende


Por Paúl M.



De origen vasco, Salvador Allende nació en el año de 1908. Descendiente de una familia que destacaba entre aristócratas, y de padre radical y masón; su familia era de clase media alta.

En su juventud conoció a Juan Demarchi, viejo zapatero anarquista; quien según las mismas confesiones del mismo Allende tendría una influencia fundamental. Le infundió durante largas conversaciones en las que también jugaban ajedrez, muchas de las futuras banderas de lucha social que legaría el futuro presidente de Chile.

Finalizó sus estudios secundarios en 1924 y decidió hacer el servicio militar. Luego ingreso a la Universidad de Chile a estudiar medicina a pesar de que tenía dudas de seguir esta carrera o derecho.
Tuvo una vida de inestabilidad residencial, yendo de pensión en pensión para poder sobrevivir; pero a pesar de todo esto obtuvo un promedio general de sobresaliente al finalizar sus estudios.
En 1929 ingresó en la política entrando al grupo Avance: llegó a ser presidente de la FECH en 1930, pero fue expulsado después por discrepancias ideológicas.

En 1933 participó en la fundación del Partido Socialista de Chile, iniciando su etapa política que no se detendría hasta el 11 de septiembre de 1973. Fecha en la cual el cielo chileno se tiñó de sangre cuando un complot organizado por la CIA y por el sector chileno de extrema derecha; atentaron la democracia chilena y segaron la vida de cientos de personas que luchaban por la libertad y una sociedad más justa; entre ellas: Allende.

No fue fácil para Allende conseguir la nominación como candidato de la Unidad Popular. Pesaban sobre él sus 3 derrotas y muchos dentro del partido no creían en su “vía chilena al socialismo”. Sin embargo, cuando por fin lo logró supo demostrar que valía la pena luchar por los ideales y los sueños. Hasta el último momento, por radio, el único medio que le quedaba, supo infundir el valor y la esperanza en su pueblo.

“…¡ Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos pero no se detiene los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos...”

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